CAMINO

PREPAREMOS EL CAMINO-Pastora Myriam Crawford

Estamos pensando en preparar el camino que lleva a una renovación y un avivamiento. El deseo es ver un derramamiento del Espíritu Santo en todo el país. Hemos considerado el mensaje de Juan el Bautista: Primero, “Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas”, Segundo la necesidad de rellenar los valles de
desánimo y bajar los montes de incredulidad. Lucas 3:4, 5a.

Tercero es necesario enderezar los caminos torcidos y allanar los caminos ásperos. “Y verá toda carne la salvación de Dios” vv. 5, 6. Esto significa que debe haber un arrepentimiento, es decir, un cambio de
mentalidad, de actitud y de conducta. Dios ha prometido muchas bendiciones para
Su pueblo, sin embargo, algunas vienen cuando hay ciertas condiciones
cumplidas.

Conocemos las palabras de 2 Cro. 7:14 “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

El primer requisito es humillarnos ante Dios. El que es humilde ante Dios será humilde ante los hombres, Moisés, un gran líder, era manso y humilde, pero antes de ser tratado por Dios actuó de acuerdo a su
posición como príncipe en Egipto, con su propia autoridad y fracasó en su intento de liberar al pueblo.

Después de 40 años en el desierto casi no podía creer que el Señor lo llamara a él, estaba maravillado y sorprendido. Dios lo envió y fue usado en gran manera. Si deseamos ser renovados tenemos que humillarnos en su presencia. Lo importante es lo que Él puede hacer por medio de nosotros.

La segunda condición es orar y buscar el rostro de Dios. Sin humildad no hay poder en la oración. En la parábola del fariseo y publicano se ve ilustrado. El fariseo oró donde todos podían verlo, dando gracias por sus propios méritos, se exaltó a sí mismo y Dios no escuchó la oración. En cambio, el publicano reconoció
que era pecador, pidió perdón y fue justificado.

En los grandes avivamientos del pasado había oración ferviente con el resultado de convicción de pecado de muchos. Sin oración no hay avivamiento. El profeta Habacuc oró: “Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos” 3:2.

En Tercer lugar es necesario abandonar los malos caminos, enderezar los caminos torcidos, comenzar a buscar la santidad. Es tiempo de dejar atrás la deshonestidad, la mentira y no robarle a Dios ni tiempo, ni diezmos, ni ofrendas.

Si estas condiciones se cumplen Dios promete: “entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. 2 Cro. 7:14.

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