Bendicon

Portadores de la bendición de Dios.

 

El término hebreo de bendecir o bendición es: “Barak”, que se refiere a rodilla o estar de rodillas; literalmente significa arrodillarse frente a alguien. «Barak» equivale a la bendición espiritual y hace alusión a ser empoderados para prosperar, no sólo en las finanzas sino en todos los aspectos de la vida. Bendecir es ante todo asegurar la vida, el éxito y la prosperidad que Dios da.

 

Bendecir es un mandato, no es una opción. Dios nos ha mandado a bendecir a nuestras generaciones, “El Señor habló a Moisés diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles que así bendecirán a los hijos de Israel… “ (Número 6:22-24).

 

La intención de la bendición de Dios es impartir nueva vida. Todo creyente recibe la bendición, no para sí mismo sino para transmitirla entre los hombres: “Bendecid, pues habéis sido llamados a heredar la bendición” (1 Pedro 3:9).

Bendecir es la manera en que Dios hace que se active su pacto de bendición y fidelidad de sus promesas en la vida de sus hijos.

 

El Plan de Dios es que podamos impartir bendición a nuestros hijos y a quienes nos rodean por medio de nuestras palabras al declarar las promesas de la palabra escrita de Dios. Por eso para ti y para mí es una gran responsabilidad que Dios nos ha dado de hablar bendición sobre la vida de los demás.

 

Cuando bendecimos se está declarando establecer el carácter de Dios en nuestros hijos y en la persona a quien bendecimos. Al bendecir estamos declarando que sean libres de ataduras, que puedan caminar en la libertad de la verdad de la Palabra de Dios y en la revelación de su redención por la obra de Cristo. Declarando que sean libres de la maldición de la ley (Gálatas 3:13), que tengan paz en su vida, que reciban el amor de Dios y que sean exitosos al caminar en obediencia a los propósitos del Señor.

 

La Palabra de Dios es inspirada por su Espíritu y cada vez que tú la hablas Dios está allí en esas palabras de bendición, de ánimo y de afirmación. ¿Por qué? Porque él promete y está atento vigilando para ver cuando hablamos su palabra para ponerla por obra: «Y el Señor me dijo… yo vigilo sobre mi palabra para ponerla por obra» (Jeremías 1:11).

 

Las circunstancias y los tiempos cambian pero los principios de Dios nunca cambian. Los padres del Antiguo Testamento tenían la certeza que cuando ellos hablaban bendición, declarando las promesas de la palabra de Dios, eso mismo sería lo que se cumpliría sobre sus hijos. También el Nuevo Testamento evidencia lo común que era la práctica de bendecir entre los judíos, como lo era en la vida de la primera Iglesia. Nosotros tenemos que tener esa misma cultura de bendecir con la expectativa de recibir el cumplimiento de esas bendiciones.

 

Tu responsabilidad y la mía es ser portadores de la bendición de Dios. Es ser esos transmisores de la bendición de Dios hacia los demás, impartiendo identidad en Cristo y el destino del Padre sobre las vidas y las generaciones.

 

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