Orar según la voluntad de Dios

Pastora Miriam Crawford
Iglesia Filadelfia Central

Hemos visto la primera parte respecto a orar según la voluntad de Dios. En este estudio vamos a considerar otros aspectos de este tema.

Orar en el nombre de Jesús
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. Juan 14:13,14
“Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”. Juan 16:24

La oración en el nombre de Jesús tiene el poder de Dios. No es una formula, tampoco una frase añadida que obra milagros. Una oración contraria a la voluntad de Dios no llega a ser correcta añadiendo “en el nombre de Jesús”.

El nombre de Jesús es la expresión de todo lo que Él ha hecho y de todo lo que El es. Orar en Su nombre significa venir ante Dios en el poder y la autoridad de Él, pidiendo como Su representante, Por eso, es necesario conocer al Señor para que podamos orar de acuerdo a Su carácter.

Tratar de orar, en el nombre de Jesús, por un negocio que no se hace con honestidad, nunca puede ser una oración eficaz. Cuando Abraham intercedió por Sodoma su fundamento era la justicia de Dios; “Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” Génesis 18:25.

Es un gran privilegio orar en el nombre de Jesús. A base de Sus méritos, Su obra en la cruz, podemos presentar nuestras peticiones al Padre y esperar grandes cosas. Todas las riquezas de Dios son disponibles por medio de Cristo.

Permanecer en Jesús
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Juan 15:7
La ilustración de Jesús, respecto a la vid y los pámpanos, nos enseña que estamos unidos a Él. Permanecer significa estar en constante comunión con Él, sin barreras. La Palabra de Dios tiene que permanecer en nosotros y así llegar a ser parte de la vida diaria. Si estas verdades se han convertido en una realidad, nuestros deseos estarán en armonía con los del Señor.

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