Luis Alfonso Romero “El Gran Reformador del Evangelio en Colombia”.

Luis Alfonso Romero, junto a su esposa Margarita; ejerce como pastor de la Iglesia Filadelfia Avenida Boyacá No. 55-42 barrio Normandía en la ciudad de Bogotá; un sector muy transitado y visible que Dios le ha dado. El pastor Romero nos abre su corazón y nos permite ver a través de su testimonio, que una oración de fe no es suficiente para obtener la vida eterna; es necesario nacer de nuevo. 

VC: ¿Cómo nace esta iglesia y cómo ha sido el trabajo que se ha desarrollado en este lugar?

AR: Estamos en este lugar hace doce años. Pues esta iglesia nace a raíz de un llamado que Dios hace, estando en la Iglesia Filadelfia Central Trabajando como líder, como co-pastor; junto con mi esposa y mis hijos. Entonces vinimos para estar en este lugar que Dios nos dio, ya que a través del tiempo notamos que debíamos estar ubicados en esta zona, porque así lo deseaba y así nos mostraba el Señor

VC: Usted inició como co-pastor y se formó a los pies del Pastor Colin Crawford. Cuéntenos un poco sobre esa época.

AR: La iglesia Filadelfia para mí fue de gran bendición en un tiempo de sequía que yo tuve en mi vida espiritual. Yo llegué como en el año setenta y nueve allá, a la edad de treinta y dos años aproximadamente; tenía a mis hijos pequeños y mi hogar atravesaba una difícil situación; además me encontraba en crisis económica, porque me quedé sin empleo; yo trabajaba como carpintero, ebanista y con maderas en general.

Yo le doy gracias a Dios, porque esas crisis fueron las que me acercaron a Él y a la iglesia.

VC: ¿Cómo un carpintero llega a los pies de Cristo?

AR: Yo vengo de cuna cristiana, me crié en el campo, más específicamente en una vereda llamada “La Dulce” de Viotá – Cundinamarca; ese era un lugar muy católico. Mi padre, José Antonio Romero, inconforme con la religión católica que sus padres profesaban, se va de su lado y emprende estudios en el seminario cristiano de Tres Esquinas, en Bogotá. Luego de dos semestres, regresa a la vereda a compartir ese mensaje de cambio que Dios obró en la vida de él, a pesar de la persecución que se evidenciaba en la época.

Cuando se hablaba del evangelio se tenía que hacer a puerta cerrada, porque había amenazas y las autoridades tomaban represalias. Por mi parte, Llego a Bogotá en el sesenta y siete, al seminario bíblico liderado por la Cruzada que está en Funza. Allá conocí al pastor Colin, quien dictaba clases.

Al finalizar mis estudios en el seminario, a la edad de dieciocho años, me fui a los llanos a empezar obras; desempeñando una labor misionera en campos blancos desde Granada (Meta) para abajo, en territorios que tenían influencia guerrillera y en los que para ese entonces, las autoridades empezaban a tener el control. Llegaron incluso a ponerme un arma en la cabeza para detener mi labor. Sin embargo, el apoyo de un exguerrillero que se convirtió al Señor, pero no se apartó de su medio; fue de gran bendición.

 VC: Digamos que ese fue su campo de entrenamiento, pero ¿Cómo regresa a Bogotá?

AR: Yo me regreso a la edad de veinte años, para terminar mis estudios en el seminario bíblico. Luego que finalizo mi preparación, llega una oportunidad para ejercer como pastor o co-pastor de tiempo completo. Para ese tiempo mi situación económica era precaria, todo lo que hice, fue con recursos limitados y para sorpresa mía, no me dan nombramiento. Estuve trabajando en la obra en la Dorada durante dos años, donde evangelicé incluso por radio y luego de este tiempo, regresé a Bogotá para continuar mi preparación.

Dios me fue enfocando hacia la parte de la educación; participé en la construcción de un colegio en Barrios Unidos y ya construido ejercí como docente. Luego de esto me traslado a La Mesa – Cundinamarca, para trabajar con la fundación Futuro Juvenil, comencé como carpintero, director de obras civiles y como docente; allí duré nueve años.

 VC: Cuéntenos sobre su hogar, esposa… hijos

AR: En el año 1977 me casé con una mujer de la Dorada – Caldas, éramos muy jóvenes y los dos profesábamos la fe cristiana, y en el setenta y nueve llego a la iglesia Filadelfia Central con mis hijos pequeños. Estábamos atravesando una etapa de mucho conflicto entre nosotros como pareja, pues mencionábamos a Dios, pero no lo teníamos en realidad en nuestro corazón, como el Señor de nuestras vidas. A pesar de mi proceso, descubrí que hasta esa época, todo el tiempo había sido un cristiano carnal, porque en realidad entendía poco sobre lo que era ser un verdadero cristiano que ha nacido de nuevo.

En medio de ese conflicto que vivía, entro a trabajar en una muy buena institución (Futuro Juvenil), estando laborando en ese lugar, llega el decano de la universidad Javeriana, y me contactó con el padre Javier de Nicoló; y efectivamente decidí emprender en su institución, probando suerte, dejando de lado mi trabajo en Futuro Juvenil, el cual asumió mi esposa. Allí duré tres años, con una gran asignación salarial, que permitió el fortalecimiento de la economía de mi hogar; sin embargo, las peleas matrimoniales no cesaron. Se vino un problema en la institución, porque a causa de la corrupción se robaron el dinero que había ingresado por un contrato grande; en ese tiempo yo salgo de allí.

 VC: Nada fácil, pero ¿Cómo es su encuentro personal con Jesucristo?

AR: Luego de salir del Instituto del Padre Javier Nicolo, llego a la iglesia Filadelfia; en medio de un alejamiento total como cristiano y de continuas peleas con mi mujer.

Tras alejarme de mi esposa y mis hijos durante unos días, entro en un tiempo de ayuno durante cuatro días sin comer ni beber agua; en busca de respuestas, ante mi frustración por ver que no era capaz de sobrellevar mi hogar. En medio del cuarto día, el Señor me lleva a leer en repetidas ocasiones 1 Corintios 13, tras esa lectura, sentí que el amor de Dios entró en mi vida y que era tan grande, que mis problemas eran tan pequeños como la cabeza de un alfiler; inmediatamente se cae una venda espiritual y se acaba la angustia.

Luego de esto, voy y hablo con mi esposa, haciendo la aclaración que el Señor Jesucristo debía ser invitado a nuestra conversación, cosa que nunca hacíamos. Comenzamos a orar y maravillosamente el Señor entró a nuestras vidas y las transformó poderosamente, obrando sanidad interior, llevándonos al perdón y permitiéndonos nacer de nuevo.

 VC: De su proceso con el Pastor Colin Crawford ¿Qué lo marcó?

AR: Una cosa que siempre admiré de él siempre, fue su capacidad de aclarar perfectamente lo que es el evangelio de Jesucristo; pues, para ese entonces, en Colombia no lo habíamos entendido muy bien. Él entendía tan claramente el plan de salvación, que contribuyó a que el Espíritu Santo viniera y revolucionara el mover del evangelio. Yo llamo al pastor Colin: “El Gran Reformador del Evangelio en Colombia”.

VC: ¿Para usted qué significa el nombre Margarita?

AR: Para mí significa una amiga, una compañera fiel, amor, apoyo y respaldo incondicional; a pesar de las dificultades que hemos atravesado en la vida, sigo enamorado de mi esposa.

VC: ¿Ha pensado en escribir libros?

AR: Si, uno que llamaría “Sanidad para el pastor”.

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