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¿Por qué los cristianos deberíamos votar por Viviane Morales?

 

 

La contienda electoral por el Palacio de Nariño ha iniciado y el país entero está pendiente de los escenarios de debate, discusión, encuestas y plaza pública, que desarrollan el proceso democrático con normalidad. Sin embargo, esta vez las cosas son muy diferentes a lo que se ha vivido en los últimos años.

 

 

En primer lugar, se trata de las primeras elecciones en las que un actor armado de la guerra en Colombia no estará en el escenario empuñando las armas, sino siendo parte de los procesos electorales. En segundo lugar, y reaccionario a este, tal condición tiene polarizado al país, lo cual en un eventual mandato de cualquiera de las partes en pugna, influirá para reducir sustancialmente la gobernabilidad.

 

 

Por eso es que el nombre de Viviane Morales resulta no solamente atractivo, sino que incluso, indispensable para ocupar el Ejecutivo en el próximo cuatrenio. Ella tiene la invaluable libertad que le otorga la independencia, una mujer que ha demostrado no estar casada con ninguna corriente política, tampoco ser una veleta, que al mejor estilo del ex vicepresidente Angelino Garzón, navegue en las aguas que más le convenga. No. Lo ha demostrado antes y lo seguirá demostrando en adelante.

 

 

Durante su gestión al frente de la Fiscalía General, no le tembló la mano para adelantar investigaciones en contra del ex Presidente Álvaro Uribe, pero por otro lado, denuncia públicamente las ideologías nocivas de la izquierda para la sociedad. No como los mal llamados candidatos de centro, quienes en vez de tener convicciones firmes y defenderlas, mantienen una tibieza desconcertante para quedar bien aquí y quedar bien allá, siendo esto lo que representa el candidato Fajardo. Bien sabemos qué hace Dios con los tibios.

 

 

Esto en ninguna manera nubla su visión y reconoce los aciertos de los gobiernos pasados, pero no se deja tampoco intimidar por ninguno, pues su carrera política se ha forjado a pulso, con cincel y martillo, de la mano del Supremo artista. Así que hay pocas, o ninguna cosa que la intimiden, pues aún en medio de las más duras críticas y ataques, que debiendo ser políticos, se han transformado en personales, sabe responder, dar la cara y demostrar su entereza.

 

 

Sola enfrentó la sucia jugada de su partido, el Liberal; cuando maquinando estratagemas buscaron sacarla del abanico de candidatos a las presidenciales, llevándola a negociar, como el Rey con Daniel, sus principios. Pero no, ¡los principios no se entregan, ni se negocian! Sino que se da la vida por ellos, en caso de ser necesario. Esta valiente mujer nos demostró una vez más que no hay maquinaria ni intereses particulares que primen por encima del bienestar del pueblo. Ella se debe a su gente.

 

 

¿Quién más idóneo para combatir la corrupción en nuestro país? No como los candidatos que tienen untadas las manos con dineros como los de Obedrecht, ¿O es que acaso alguien en Colombia puede demostrar que la candidata ha financiado irregularmente sus campañas? No, esta candidatura es del pueblo, con las uñas, con el cariño de la gente, pero sobre todo, de la mano de Dios, quien no necesita del dinero del mundo porque es el dueño del oro y de la plata y quien empodera la voz de un pueblo que clama la manifestación de sus hijos.

 

 

La Doctora Viviane Morales ha ganado su hoja de vida con trabajo, con puestos de elección popular y por sus capacidades. No tiene la boca untada de mermelada, no le debe nada a nadie, sólo se debe a su fe y al pueblo. El único compromiso cuando llegue a la presidencia será con Dios y con sus electores, por eso en su cabeza día a día se convence que cuando el justo gobierna, el pueblo se alegra. Ella, al igual que la iglesia en Colombia han sido justificados con el precio más grande. De Dios viene todo lo bueno y lo que desea para Colombia es alegría, regocijo, paz, bienestar.

 

 

A pesar de la jugada que se maquinó en su contra en el partido que debía ser su casa, no renuncia a las ideas que defienden la libertad y que ha encubado a lo largo de su carrera. Gracias a su gestión hoy en Colombia tenemos libertad de cultos, podemos libre y orgullosamente decir que somos cristianos, que amamos la vida, que la defendemos; que los principios naturales de Dios se respetan y que nuestros niños estarán protegidos por la Constitución y la ley, que no permitiremos que se toque nuestro futuro, lo más sagrado.

 

 

No como el candidato Gustavo Petro, quien descaradamente promueve la ley de la inmoralidad, del aborto, el libertinaje sexual. Es muy grave lo que representa su movimiento, porque por más que pretenda negarlo, la ideología comunista, o como eufemismo, la ideología socialdemócrata empobrece los pueblos. Se llena la boca diciendo que es humana pero en realidad atenta contra la humanidad, contra la vida. No se puede pretender dar dignidad a las gentes cuando se les quitan las herramientas de producir riqueza y más encima nos insulta a los cristianos sugiriendo que Jesús era comunista. Cae en anacronismos con sus declaraciones e insulta nuestra inteligencia, cuando claramente sabemos que la Palabra de Dios defiende de tapa a tapa el valor del trabajo, protege la propiedad privada y desde estos principios fomenta la misericordia y la bondad.

 

 

La doctora Viviane no tiene untadas las manos de sangre, no ha participado de muertes perpetradas por la ultra derecha ni por la ultra izquierda, por tanto no tiene que defenderlas solapadamente como los candidatos que las han patrocinado y apoyado en el pasado, más bien la justicia y la equidad son su bandera, la cual no es propia sino que le fue entregada, encomendada directamente desde los principios bíblicos que pregona de frente, con voz en cuello y sin sonrojarse ante nadie.

 

 

Que no vengan a tachar a nuestra candidata de pertenecer a establecimientos o fundamentalismos. ¿Es que acaso olvidan que es mujer? Ella nos representa porque es doblemente minoría, no solo por esto, sino porque además es cristiana, así como nosotros. Ama la vida y ama el trabajo, el progreso, el crecimiento. Las naciones desarrolladas han sido basadas en principios bíblicos y hoy están cosechando lo sembrado por muchos años.

 

 

Sus discursos de odio y falacias se caen poco a poco, nuestra candidata no va a convertirnos en una dictadura religiosa, como lo han querido pintar aquellos que poco o ningún acercamiento han tenido al texto bíblico. Ignoran la frase que se levanta como bandera de vida, “Conocereis la verdad y la verdad os hará libres”. Al contrario, la Doctora Viviane es capaz de unificar al país bajo la Constitución que ella misma ayudó a redactar y la cual ha defendido a lo largo de su carrera.

 

 

Ella no es ninguna aparecida, como el candidato Duque en el escenario democrático gracias a “padrinos” y espaldarazos coactivos, ella no está investigada, no está sancionada ni tiene embargos pendientes por malas administraciones, no le debe un peso a nadie, no ha hecho campaña política con recursos del Estado, como el candidato Vargas Lleras, regalando casas o entregando obras civiles para que se conozca su nombre, no es una desconocida ni de voluntad débil, no representa ningún peligro derivado de extremismos ideológicos. No se debe a ninguna organización delictiva, armada al margen de la ley; por eso podrá revisar los acuerdos con las Farc y corregir los vicios que les son favorables en detrimento de la sociedad colombiana, por eso no le temblará la mano contra paramilitares o delincuentes, por eso podrá proceder en derecho frente a las JEP y el posconflicto.

 

 

La iglesia en Colombia hoy tiene una responsabilidad en sus manos y como en antaño, hoy Dios le pone en frente la vida y la muerte, esperando que escoja la vida para que viva.

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