Las Bienaventuranzas

 

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” Mateo 5:8. Esta verdad significa que son dichosos y felices los que tienen un corazón limpio.

 

En la Palabra de Dios encontramos que la condición del corazón es de mucha importancia, Jesús enfatizó siempre el corazón. Los fariseos en aquel tiempo se preocupaban por la apariencia externa y los ritos, sin embargo, por dentro estaban llenos de impureza, orgullo y maldad, Jesús pronunció varios ayes contra ellos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.

 

¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” Mateo 23:25, 26,27.

 

Hemos visto que en las Escrituras el corazón se refiere al mismo centro de nuestro interior, la personalidad; tiene que ver también con la mente, la voluntad y las emociones. La fuente de los problemas que tiene cada ser humano es el corazón: “Porque  lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.  Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” Mateo 15:18,19.

 

El profeta Jeremías dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9

 

El rey David cometió adulterio cuando llevó a Betsabé a su palacio, además, llegó a ser un asesino cuando mandó matar al esposo, Urías, para ocultar su pecado.

 

Era un plan malvado que muestra la condición del corazón de David. Después de esconder su pecado por un año, fue confrontado por el profeta Natán. Confesó su pecado en medio de un arrepentimiento profundo y recibió el perdón de Dios.

 

Escribió en esta ocasión el Salmo 51, por medio del cual expresó su dolor ante Dios: “Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos”; v.4.  David oró:” Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí” v. 10.

 

La palabra hebrea aquí para crear es “bara” que significa crear algo de la nada, una creación sobrenatural. El salmista, David, deseaba un nuevo corazón, no un cambio, sino una nueva creación. No pidió solamente una restauración sino una regeneración. Quería un corazón nuevo y limpio, quería ser un hombre nuevo. Solamente Dios tiene el poder de hacerlo.

 

El profeta Isaías entendió la condición de su corazón cuando vio la gloria y la santidad del Señor. Su reacción fue decir: “¡Ay de mí!” soy un hombre contaminado, de labios inmundos, mis ojos han visto al Rey. Isaías 6:5. Dios le dio un corazón limpio.  Cada creyente necesita entrar en la presencia de Dios para ver la condición de su corazón, pedir perdón por el pecado y recibir un corazón limpio.

 

La promesa: “Ellos verán a Dios”

Para los que están en Cristo, viviendo en santidad, es posible ver toda la corrupción alrededor sin ser contaminado. La Palabra dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Hebreos 12:14. No vemos a Dios aquí en la tierra físicamente pero sabemos que él está presente.

 

Un día veremos al Señor cara a cara en toda su gloria. Nuestro destino es el cielo, un lugar lleno de alabanza y adoración al Cordero que fue inmolado.

 

Preparémonos para el día glorioso que pronto vendrá.

 

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