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LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER DESDE UNA PERSPECTIVA CRISTIANA

Por Alberto Cabezas, periodista.

La importancia de valores cristianos en la lucha contra la violencia doméstica

En un mundo en el que la violencia hacia la mujer sigue siendo una triste realidad, es crucial abordar esta problemática desde una perspectiva cristiana basada en los principios y valores bíblicos.

La voz de Ivannia Arias Zúñiga, Jefa de la Unidad de Comunicación del Instituto Nacional de las Mujeres de Costa Rica, nos recuerda que el respeto a la privacidad y la dignidad de las personas es esencial para combatir la violencia en todas sus formas.

Tomando en cuenta que en el contexto de las relaciones de pareja, la privacidad se ha convertido en un tema cada vez más debatido. En palabras de Arias Zuñiga, revisar el celular de la pareja se considera un acto irrespetuoso y una violación a la privacidad personal. Esta situación, según, ejemplifica un tipo de violencia que lamentablemente prevalece en nuestra sociedad.

Según ella «es fundamental que las mujeres rompan el ciclo de la violencia en el que muchas veces se encuentran atrapadas. Lamentablemente, para muchas de ellas, estas agresiones son consideradas normales, lo que dificulta aún más su salida de este ciclo destructivo. Para lograrlo, se requiere una sólida red de apoyo, que puede estar conformada por familiares, amigos o compañeros y compañeras de trabajo».

Además asegura que «la violencia contra la mujer no puede ser tolerada en ningún caso. Es un comportamiento machista enraizado en el deseo de controlar a otras personas, y como tal, es perjudicial y debe ser erradicado de nuestra sociedad».

En Génesis 1:27, la Biblia nos enseña que Dios creó al ser humano a Su imagen, hombre y mujer los creó. Esto establece la igualdad intrínseca entre ambos géneros en el reino de Dios. En Gálatas 3:28, se reafirma esta igualdad: «No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús».

Es importante destacar que el matrimonio, según la enseñanza cristiana, fue instituido por Dios como la unión sagrada entre el hombre y la mujer. Efesios 5:22-23 nos insta a una sumisión voluntaria en el contexto de una relación amorosa: «Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo». Sin embargo, es fundamental comprender que este pasaje no justifica el dominio o el abuso, sino que llama a los esposos a amar y respetar a sus esposas de la misma manera en que Cristo ama a la iglesia.

El verdadero liderazgo cristiano se basa en el amor, el respeto y la igualdad. En Colosenses 3:19, se nos insta a los esposos a amar a sus esposas y no ser duros con ellas. Asimismo, Efesios 5:21 nos recuerda que todos los creyentes deben someterse unos a otros por reverencia a Cristo. Esto implica una sumisión mutua y un liderazgo amoroso y sacrificial por parte de los esposos, quienes deben cuidar y alimentar a sus esposas, tal como Cristo hace con la iglesia.

Es importante destacar que la sumisión no significa someterse al abuso. La sumisión en el contexto cristiano implica actuar en conformidad con la voluntad de Dios y en lo que es correcto, legal y honorable. La violencia en cualquier forma, incluida la violencia doméstica, es pecado y va en contra del propósito de Dios para la familia y nuestras vidas.

Dios es un Dios de amor, justicia, misericordia y perdón. La Biblia condena toda forma de violencia, como se puede observar en el Salmo 11:5: «El Señor examina a justos y a malvados, y aborrece a los que aman la violencia». La violencia doméstica, incluida la violencia hacia las mujeres y los niños, es una afrenta a la justicia divina y una violación de los derechos y la dignidad de las personas.

En lugar de promover el abuso y la opresión, la enseñanza cristiana nos llama a ayudar, proteger y apoyar a las víctimas de violencia doméstica. Isaías 1:17 nos insta a buscar la justicia, reprimir al opresor y defender la causa del huérfano y amparar a la viuda. Dios defiende la causa del oprimido, y nosotros, como cristianos, tenemos la responsabilidad de actuar en su nombre.

En conclusión, la violencia hacia la mujer es una realidad alarmante que debe abordarse desde una perspectiva cristiana fundamentada en los valores y principios bíblicos. El amor, el respeto mutuo y la igualdad de género son fundamentales en el matrimonio y en todas las relaciones humanas. Debemos romper el ciclo de violencia, brindar apoyo a las víctimas y promover la justicia, la misericordia y el perdón, tal como Dios nos enseña en Su Palabra.

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