Hablar

Hablar nunca es un acto inocente

Hablar nunca es barato, cada palabra que pronunciamos esconde consecuencias incalculables.

Por Lucas Márquez.

Lucas Márquez

Para funcionar en la dinámica de la fe, es de vital importancia conocer la naturaleza de Dios y de su palabra.   No existe en la Biblia tal cosa como la fe muda, la fe siempre ha de hablar, pues no hay fe sin confesión.

2ª Corintios 4:13 Escrito está: “Creí, y por eso hablé.» Con ese mismo espíritu de fe también nosotros creemos,  y por eso hablamos.

Cada vez que los discípulos le pidieron al Señor que les aumentara la fe, Él no les enseñó fórmulas artificiosas o mitos raros;  simplemente les enseñó a confesar la palabra, y esta palabra confesada produciría fe en ellos. Me parece oír al Señor diciéndoles: “Si quieren fe, háblenle al monte que se traslade al mar, háblenle al sicómoro que se desarraigue y se plante en el mar, simplemente activen la fe hablando fe”.

Las Tres Incorporaciones de Dios.

¿Qué significa incorporarse?, sencillamente adquirir un cuerpo.  Si nosotros fuéramos despojados de nuestro cuerpo, no tendríamos forma posible de expresarnos en este mundo, ya que por naturaleza somos espíritu, y es solamente gracias a nuestro cuerpo, que podemos expresar todo lo que somos.

Juan 1:14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó  entre nosotros.  Y hemos contemplado su gloria,  la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre,  lleno de gracia y de verdad.

Hablar

Quiero ilustrar este principio con el siguiente ejemplo: nuestros pensamientos son abstractos e invisibles, así que supongamos que realizas un viaje de cinco horas sentado al lado de alguien desconocido, y durante esas cinco horas dicha persona no pronuncia ni una sola palabra;  tú no tendrías manera de saber que es lo que él piensa, pero si esa persona comienza a hablar, sus pensamientos viajarán a ti a través de sus palabras, es decir, que la palabra es la incorporación del pensamiento, la palabra viene a ser el cuerpo del pensamiento.

Ahora bien, Dios se ha incorporado tres veces.

1.-   La primera incorporación de Dios

Dios que es espíritu se incorporó en la palabra o Verbo, cuatro mil años antes de la encarnación.

La Palabra es Dios hablando, y es Dios mismo. La palabra de Dios es como su autor: eterna, invariable,  viviente y poderosa. La palabra de Dios es la emanación de Dios, de su mente y de su voluntad.

2.-La segunda incorporación de Dios

Ocurrió hace dos mil años, a través de la encarnación de su Hijo. Déjame aportar un poco más a este principio. En el libro de Génesis capítulo uno, vemos a Dios incorporándose en la Palabra cuando dijo: ¡Sea la luz!, cuatro mil años más tarde la Palabra o Verbo se encarnó en una persona como nosotros llamada Jesucristo.

Quiero aclarar esto un poco más: no dice que Dios se hizo carne, tampoco dice que el Espíritu Santo se hizo carne, pero sí dice que el Verbo se hizo carne. ¿Por qué la escritura sagrada declara que el verbo se hizo carne? Sencillamente porque no era carne, eso significa encarnarse.

Conocer su palabra es conocerlo a Él.  En Juan 5:39 dice: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna.  ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!”

Podríamos decir que la Biblia, es como la cáscara y Jesús es la fruta;  cada vez que escudriñamos las escrituras debemos tocarlo a Él, buscarlo y anhelarlo;  y nunca debemos olvidar que Él es galardonador de los que le buscan.

3.-La tercera incorporación de Dios.

Es en el Cuerpo de Cristo que es la iglesia. Efesios 1: 22- 23 «Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia». Ésta, que es su Cuerpo,  es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo. La iglesia es el Cuerpo de Cristo, destinada a expresarle y manifestarle en el mundo. Este misterioso Cuerpo es orgánico, corporativo, y global. El apóstol Pablo hace una sorprendente declaración en el libro de Romanos 10:6-8 Lo que Pablo está declarando aquí, es que en un sentido muy real y práctico, Jesús no está en el cielo ni tampoco en el abismo, sino que Él está en la Palabra de fe que tú y yo confesamos; esto quiere decir, que cuando nosotros confesamos la Palabra de Cristo frente a un determinado problema, traes literalmente a Cristo al escenario. ¿No es esto asombroso? La Palabra que nosotros pronunciamos, se convierte en el vehículo en que Jesús viaja al lugar de tu  necesidad, por el contrario si confesamos incredulidad, pesimismo y negativismo, traemos literalmente el poder de las tinieblas sobre nuestras circunstancias.

1ª Timoteo 6:12 dice: Pelea la buena batalla de la fe;  haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos.

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