El Senador John Milton Rodríguez, del Partido Colombia Justa Libres, comenzó a
despertar a la opinión pública en defensa de la Iglesia Cristiana en tiempo real
desde su Twitter: «Señor presidente Iván Duque: debido a la pandemia, muchas
iglesias, comunidades y organizaciones del sector social y religioso debieron
suspender actividades con una gran afectación en materia financiera y social. Por
eso le pedimos al Gobierno que lo tenga en cuenta». Abogaba así por respaldo
económico oficial. Algunos reaccionaron con reservas. En entrevista de la W
Radio, al resaltar el pago del impuesto predial por parte de las Iglesias Cristianas,
indicó que al menos el 90% viven el día a día en materia financiera y aún con los
diezmos no pueden cubrir sus nóminas.
Se trata de un pronunciamiento con la autoridad de un hombre de Dios, que viene
ejerciendo un liderazgo ético activo, con registro de autoría y acompañamiento de
importantes proyectos de ley, a la par de una actitud ecuánime, que le han
deparado un reconocimiento positivo en las tres ramas del poder público y en un
amplio sector del pueblo cristiano. En sus palabras nos muestra una preocupante
radiografía del momento actual. Preocuparse también es de cristianos, denota
responsabilidad y la disposición de cumplir la Gran Comisión, siendo un valiente
guerrero, diligente y esforzado instrumento de Dios.
Las noticias cotidianamente reflejan una gran crisis económica y social en
escalada. Cada día crece el número de empresas solventes y establecimientos
afianzados del sector privado, que anuncian el cierre de sus actividades, con la
natural consecuencia del despido de sus trabajadores. El número de empleos
perdidos en el transcurso de la pandemia en Colombia es realmente impactante.
No es difícil avizorar ante este desolador panorama, que la propia Iglesia Cristiana
está atravesando una prueba de supervivencia financiera y con el corazón abierto
con amor por la obra evangelizadora se puede uno percatar, sin mayor esfuerzo,
que las Congregaciones más grandes, soportan la mayor tensión económica
derivada de la necesidad de sostener ministerios, arrendamientos, pago de
inmuebles, emisoras, pago de impuestos, nóminas y servicios públicos, entre otros
gastos. Lo cual, no deja por fuera de esta consideración a las congregaciones de
menor membresía.
El contagio del virus crece exponencialmente y el ciclo de la pandemia se acerca
aceleradamente, al momento en el cual esperamos no sea superada la capacidad
de respuesta médica y hospitalaria. A este diagnóstico debe atender con mucho
cuidado toda la Iglesia Cristiana, en su interacción social cotidiana y
especialmente al producirse la reapertura de los templos. Ya se está proyectando
un plan piloto de protocolo sanitario para tal efecto, que contempla como básico:
Impedir obligatoriamente, que haya aglomeración para la entrada y salida
de los lugares de culto.
Adoptar las precauciones necesarias, para una ocupación acorde con las
medidas de distanciamiento de 2 metros entre personas.
La implementación de protocolos de bioseguridad para la prevención,
protección y atención de los congregantes.
Todo lo anterior, en observancia de la Resolución No. 000666 del 24 de abril de
2020, emanada del Ministerio de Salud y Protección Social, establecida como
mecanismo para mitigar, controlar y realizar un adecuado manejo de la pandemia
del COVID-19. El cumplimiento de esta norma marco, implica un amplio
despliegue pedagógico y logístico a cargo de la Iglesia Cristiana. La fijación de
señalizaciones adecuadas y la instalación de los elementos de asepsia o
desinfección requeridos, teniendo en cuenta los diferentes grupos de intervención
ministerial, del diaconado y aun, del personal de servicios generales, de
colaboradores administrativos y profesionales, donde los hubiere. Se pueden
aprovechar, en algunos casos, parqueaderos propios con observancia de las
mismas normas sanitarias.
Es recomendable, desde ahora, no dejar abandonados los espacios ya
conquistados en las redes sociales, en los cuales un buen número de
denominaciones cristianas vienen compartiendo abiertamente la Palabra de Dios.
Un nuevo aislamiento social, impuesto con ocasión de un rebrote de la pandemia,
haría necesario el retorno a esos medios digitales de comunicación, en los cuales
deben seguir fluyendo como ríos de agua viva, los mensajes evangelizadores.
Emisoras cristianas, programas radiales y televisivos, deben reflejar en algún
aparte de sus contenidos la labor social de la iglesia hacia los más necesitados.
Este es el ministerio de la misericordia, del cual nuestro Señor Jesucristo nos
dejara numerosas y sensibles enseñanzas.
Volver a los templos debe ser motivo de la más grande manifestación de alegría
para los cristianos, pero también de respeto por las normas establecidas para la
convivencia sanitaria sensata en medio de la crisis. Sin olvidar, que nuestra
primera confianza está en Dios y así lo expresa el profeta: “Con mi alma te he
deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré
a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del
mundo aprenden justicia”. ISAÍAS 26:9.
Estamos llamados a abrir las puertas de los templos como nuestros brazos, para
recibir con amor a los nuevos creyentes. ¡Preparémonos para el Gran Avivamiento
de la Obra de Dios en los Últimos Tiempos!
Por: Yecid Celis Melgarejo
Defensa Pública de la Fe
yecemel@hotmail.com
Columnista Valores Cristianos