El buen samaritano y el hombre que fue golpeado por los ladrones

Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?

La primera señora que recibió la salvación a través de mí En 1963 fui a un pueblo llamado Apgok-dong. Un día, le prediqué el evangelio a una señora y recibió la salvación; fue la primera persona que recibió el perdón de pecados a
través de mí.

Dios, permíteme una habitación para pasar el invierno
En nuestra misión hay un pastor al que siendo joven, le dio tuberculosis. Fue a su pueblo y vivió con su madre y la familia de su hermano; pero su hermano le dijo que debía irse para no contagiar a los niños. Desorientado pensaba: “¿Qué voy a comer, dónde voy a dormir?” La hermana a la que le prediqué por primera vez le explicó cómo recibir
el perdón de pecados por medio de la sangre de Jesús. Esa misma noche, él pidió a Dios un lugar donde pasar el invierno. Al día siguiente, el dueño de una huerta le dijo que necesitaba a una persona que cuidara la huerta todo el invierno. Ese joven estaba muy agradecido porque Dios lo escuchó. Cuando recibimos el perdón del pecado, nos hacemos uno con Jesús, desde aquel momento ya no vivimos con nuestro propio corazón, sino con el de Jesús.

¿Qué fue primero: la ley que dice no mientas o el pecado de mentir?

La gente piensa que tiene que ir a la iglesia, ofrendar y trabajar mucho; sin embargo, lo más importante es creer en el corazón la verdad de que ya hemos sido perdonados por la sangre de Jesús. En realidad, Dios nos dio la ley para que nos demos cuenta de que somos pecadores, aunque tratemos de cumplirla, la incumplimos constantemente. Como la persona miente, la ley le dice: “no mentirás”. Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones… (Gálatas 3:19) Primero es el pecado, luego la ley. Por cumplir la ley nunca puede alguien ser justo; por esa razón, Jesús vino a este mundo para limpiar nuestro pecado.

¿Haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?

Un intérprete le preguntó a Jesús. “¿Haciendo que cosa heredaré la vida eterna?” Jesús le respondió:
“¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” Eso significa que la ley puede leerse de distintas maneras. Si uno cumpliera toda la ley sería justo, pero tenemos una naturaleza de pecar. “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Si él intentara cumplir este mandamiento, tendría que amar solo al Señor y al prójimo como a sí mismo; no podría ni comer, es imposible hacerlo. Yo soy pastor, de vez en cuando ayudo a la gente, pero nunca he amado a mi prójimo como a mí mismo. Sin embargo,
la gente piensa que puede hacerlo; además, enseñan cómo hacerlo, pero todo es mentira. Si recibiéramos la vida eterna por hacer esas cosas, ¿para qué fue crucificado Jesús? El intérprete quería mostrar que podía amar a su prójimo como a sí mismo y le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”. En ese momento Jesús habló sobre un hombre que cayó en manos de ladrones; un sacerdote lo vio y pasó de largo; un samaritano lo encontró, fue movido
a misericordia y lo salvó. Muchas personas, por no conocer bien la Biblia, quieren hacer algo por sí mismos, por eso, la vida de creencia se les hace muy afligida y dolorosa. Nosotros somos los que fuimos salvados, necesitamos el salvador. Si nosotros trabajamos, eso no es la salvación perfecta. Cuando yo no puedo hacer nada y el salvador trabaja cien por ciento, eso es salvación. Jesús tiene que hacerlo todo, él murió crucificado para limpiar todo nuestro pecado.


Todo lo hizo el buen samaritano

Cuando leo la Biblia veo que el samaritano lo hizo todo: lo vio, se conmovió, se acercó a él, vendó sus heridas, les echó aceite y vino, lo subió a la cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él y al partir, le pidió al mesonero que lo cuidara y todo lo que gastara de más, él se lo pagaría; así cumplió la perfecta salvación. El hombre que cayó en manos de ladrones no hizo nada. Nosotros somos los que fuimos salvados, no somos el salvador.

Muchos cristianos piensan: “Yo tengo que hacer algo”. Guardan los diez mandamientos, dan diezmo, hacen buenas obras, oran, ayunan, se arrepienten. Yo no tengo nada que hacer para solucionar mi pecado, si Jesús trabaja será perfecto. La historia del hombre que cayó en manos de ladrones nos muestra detalladamente esta verdad. Hoy en día, muchos cristianos, por malinterpretar la Biblia, intentan ser el buen samaritano. En esta historia, nosotros no somos el
buen samaritano, sino el hombre que cayó en manos de ladrones. El samaritano representa a Jesús. En Efesios 2,8 dice: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. La gracia significa que yo no hago nada, sino que solo recibo gratuitamente lo que alguien hizo por mí. En la cruz, Jesús limpió perfectamente todo nuestro pecado para siempre.

Si tan solo creyéramos en la verdad de que Jesús limpió nuestros pecados
Al comienzo mencioné sobre la primera hermana que recibió la salvación al yo predicarle. Ella murió hace 10 años. Muchas personas recibieron la salvación a través de esa hermana; cambiaron y vivieron una nueva vida. Le predicó el evangelio al joven tenía tuberculosis. No sé qué hubiera pasado si él no hubiera encontrado a esa hermana. Podremos vivir felizmente. Esta es la verdad. Jesús, para salvarnos, limpió todos nuestros pecados,
nos hizo perfectos, derramando la sangre en la cruz sin que falte cosa alguna. Por eso, nosotros recibimos la salvación.

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