El Antídoto (segunda parte)

Pastora Alba Romick
Iglesia Misión Colombia
Ministerios Rhema – Cebco

En la primera parte de este artículo quedé cuando el pueblo de Dios reconoció su pecado, se arrepintió y le pidió a Moisés que intercediera por ellos. Luego de que todo eso sucedió veamos que pasó en el versículo 8 de Números 21: “Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”.

El mejor antídoto para nuestras circunstancias es no quitar nuestra vista de Jesús, ni de la Palabra de Dios, ni del poder del Señor. Es permanecer confiando en Dios, es quitar nuestra vista de aquello por lo que estemos atravesando. Esta es la forma como tú vas a ser sanado, salvo, como vas a tener victoria, porque tienes tus ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.

Las serpientes en este relato bíblico representaban el poder del pecado, pero Dios no los dejó en el pecado, sino que Él les dio una salida: la serpiente de bronce que es símbolo de Jesucristo. Desde la época del Antiguo Testamento Dios estaba preparando al pueblo para llevarlo a Jesús.

Si tú has creído en Jesús sabes que el único que nos da vida y vida en abundancia es Jesucristo, y cuando tenemos nuestros ojos puestos en Él estamos seguros de que no solamente tenemos vida eterna sino sanidad, prosperidad y bendiciones; caminamos en victoria, tenemos la bondad, la gracia y el amor fluyendo de nuestros corazones.

Si tú quieres vivir una vida en victoria, una vida en abundancia y salud divina no quites tus ojos de Jesús; si quieres caminar libre del temor y de cualquier circunstancia mira a Jesús. La serpiente de bronce es el símbolo de que Jesús venció el pecado, porque Él se hizo pecado y acabó con la muerte y la enfermedad.

El Apóstol Juan escribió en su epístola en el capítulo 3 versículos14 y15: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Él mencionó esta historia porque entendió que la serpiente de bronce simbolizaba al Único y verdadero Todopoderoso Hijo de Dios Jesucristo, que un día vino a este mundo para tomar el lugar del pecado, y que cualquiera que pueda creer en Él tenga vida para siempre.

Luego, en el versículo 9 de Números 21 leemos: “Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”. Debemos mirar a la Cruz del Calvario y el precio que Jesús pagó por nosotros. Él hizo una obra completa puesto que la salvación es un paquete que no solo significa que un día vamos a ir al cielo, sino que tenemos paz completa. En este tiempo podemos tener nuestros ojos y confianza puestos en Jesús quien llevó todas nuestras enfermedades en la cruz del calvario, y por cuya herida hemos sino sanados. La fe en Jesús es nuestro antídoto.

Y ahora tú podrías preguntarme: ¿qué hago para tomar este antídoto? La Palabra de Dios es medicina y tenemos que tomarla cada día. Si tú tienes la seguridad de que Jesús es tu respuesta, hay algo también muy importante que tienes que tener y es la fe en Dios y en su Palabra, porque sin fe es imposible agradar a Dios.

En verdad, cuando tú tienes fe en Dios dice la Palabra en Marcos 11:22-24: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Así como el pueblo de Israel tuvo que orar, tú tienes que orar creyendo que has recibido de parte de Dios. Yo te aseguro que, si oras con todo tu corazón, Dios escucha tus oraciones y lo que has creído lo vas a obtener. Tengamos fe en Dios y en su Palabra. Tomemos de su antídoto. La Palabra es medicina, pero no sirve si la tomamos una sola vez. Segunda de Corintios 5:7 dice: “porque por fe andamos, no por vista”.

Pon tus ojos en Jesús, el que resucitó y antes de morir dijo allí en esa cruz “consumado es”. Él sabía que estaba terminando su obra y que la misión por la que Él había sido enviado a este mundo se estaba cumpliendo. Pero Él no se quedó allí, sino que se levantó en victoria y nos dio un espíritu de poder, no de cobardía, no de temor sino de amor y de dominio propio, y por eso ahora nosotros podemos tener un espíritu de victoria, un espíritu de fe y no un espíritu de temor. Toma tu antídoto y no temas.

La Palabra de Dios lo dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Así es como tú tomas tu antídoto. Esta es mi invitación: a que escudriñes la Palabra de Dios, que leas aquellas historias del pueblo de Israel, de Moisés, de Abraham, de Noé y de tantos otros que como ellos pudieron salir victoriosos porque tomaron la Palabra de Dios y creyeron en Él.

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