Conviviendo con el enemigo: Covid-19

A transcurrido año y medio

Les cuento que recientemente me mandé aplicar la famosa vacuna contra el Covid-19. Realmente no quería hacerlo, pero debo reconocer que mi responsabilidad de tener que compartir con diferentes personas, incluyendo mi propia familia, era motivo de tomar una decisión, en beneficio y tranquilidad para todos.

Bueno, y aquí estamos. Me dolió mucho la partida de mi pastor Alonso Elí Flórez, un verdadero líder con corazón sensible por la unidad de la iglesia, el trabajo social y el evangelismo. Fue una persona muy entregada a su ministerio.

Ya ha transcurrido año y medio conviviendo con este enemigo mortal llamado Covid-19; no ha respetado a nadie, se ha llevado grandes personajes a nivel mundial, como también a tantos abuelos, madres, adolescentes…, se los llevó antes de tiempo. Este siniestro personaje ha traído el aislamiento, el miedo, el hambre, el desempleo: todas estas “dolencias preexistentes” de la humanidad incrementaron y dejaron a cientos de millones en la más cruel desconexión, lejos de sus amigos y familiares.

Dios ha creado al hombre con una naturaleza especial…, es una persona de continuo contacto con otros humanos, factor importante para nuestro bienestar emocional y para el continuo desarrollo de las ideas y de la tecnología y esta interrupción abrupta ha ahondado el silencio y la soledad. Pero ahora, lentamente, unos pocos países intentan reactivar a lo considerado “una vida normal”, tras campañas masivas de vacunación. Sin embargo, esta lentitud en el proceso de vacunación, ha obrado igual que el virus mortal, y ha beneficiado más rápidamente a los países que cuentan con mayor tecnología, presupuesto y capital humano para la fabricación y distribución del líquido más preciado en 2021: la vacuna contra el covid-19. Países como Estados Unidos reporta jubiloso que más de 141 millones de ciudadanos ya fueron vacunados.

Europa anunció la creación de un pasaporte de vacunación para permitir el libre tránsito de los individuos ya inmunizados. Sin embargo, en estos países mal llamados “en vía de desarrollo” la cosa es a otro precio, las vacunas llegan a cuentagotas, las UCI no dan abasto hace meses y la gente sigue muriendo contagiada, lejos todavía del refugio de una vacuna, ya sea Pfizer, Moderna o AstraZeneca.

Tenemos que ser sinceros. Si hay gran diferencia radical entre unas regiones y otras, y no es por casualidad. Y la mortandad que está dejando este virus a su paso indica que las decisiones sobre la salud pública no deberían depender de políticos que nada saben de salud –o medicina en general– y que las vacunas creadas para contrarrestar este virus mortal a escala mundial no deberían estar atadas a una patente que impida su libre distribución en el mundo.

Si bien es cierto, si una persona es vulnerable al virus, todos lo son, de modo que la lógica es enfocar todos los esfuerzos en las comunidades locales e ignorar al resto de la humanidad, no es una estrategia viable a la hora de mantener un virus mortal bajo control. Numerosas naciones subdesarrolladas tendrán que esperar meses –si no años– antes de que puedan cantar victoria y autorizar una reactivación segura del comercio y de los espacios públicos en general. Este enemigo mortal llamado covid-19 sacó a relucir lo interno de cada corazón humano: el egoísmo, el egocentrismo, la carencia en principios y valores, la falta de espiritualidad, el desconocimiento de un Dios vivo, la razón de la existencia humana, y todo un sin número de errores, que el agitado mundo ocultaba bajo una máscara de hipocresía.

Todo lo anterior, es lo que caracteriza a esta supuesta “sociedad moderna” que muy lejos está, de compadecerse de los más vulnerables y necesitados.

Esto no es un llamado a la caridad, sino a una verdadera reflexión y volver al antiguo mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Y esto aplica a nosotros mismos, como también a las grandes naciones con un amor especial por las naciones pequeñas que claman a gritos por una equidad social, en los momentos de dificultad, sin distingos de raza, edad o género.

VENTANA PASTORAL

Mi suegra manipula a mi novia

Por: Carlos Rey

En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

“Mi suegra me odia. Ella manipula a mi novia, que es su única hija. Yo respeto a la mamá de mi novia, pero me ha ofendido muchas veces”.

“Yo creo que a su mamá lo que la preocupa es que mi novia la mantenga, ya que no le gusta trabajar. Sólo quiere que su hija le dé todo. Debido a esto, no creo que pueda ser feliz al lado de mi futura esposa. Yo quiero vivir aparte, pero mi novia no quiere. ¡Estoy desesperado! Quiero dejarla, pero la amo demasiado.”

Este es el consejo que le dio mi esposa:

Estimado amigo:

Usted se ha metido en una situación muy difícil. Si ya está viviendo con su novia, entonces usted tomó una decisión imprudente cuando se trasladó a la casa de la mamá de ella. Cohabitar sin estar casados es la fórmula perfecta para tener problemas. Esa es una de las razones por las que la ley de Dios nos dice que reservemos las relaciones sexuales para después del matrimonio. Si usted decidió tener relaciones sexuales con su novia, y luego vivir con ella, fue como buscarse problemas de ahí en adelante. En cambio, si no está viviendo con su novia, entonces los pasos que debe dar serán mucho más fáciles.

Si usted está convencido de que quiere una vida con una suegra metiche y entrometida, entonces propóngale matrimonio a su novia. Asegúrese de que su novia comprenda que después de la boda (y no antes) ella vivirá con usted y no con la mamá, y que usted no tendrá relaciones sexuales con ella hasta que se hayan casado.

Si su novia está dispuesta a casarse y vivir con usted, entonces hable con ella acerca de qué tanto seguirá ayudando a la mamá por el resto de la vida de la madre. Como hija única, es correcto que ella la honre y la cuide, pero eso no quiere decir que deba vivir con su mamá. Ustedes dos, más bien, tendrán que estar de acuerdo tanto en la ayuda económica como en la atención que le presten.

Sería muy insensato contemplar el matrimonio sin tal acuerdo. Le recomendamos que anote lo que decidan, que ambos firmen el documento y que lo guarden en un lugar seguro. De lo contrario, lo más probable es que uno de los dos se olvide de lo que decidieron juntos.

Sin embargo, si su novia no está dispuesta a casarse con usted, ella debe tener en claro que no vivirá con usted, y si no están casados, que tampoco van a tener relaciones sexuales. (Esto es muy importante porque, si ella quedara embarazada, cambiarían todas las opciones que usted tiene y se habrá metido en un sinnúmero de problemas.)

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