Venimos hablando cómo Dios continuará probándonos para asegurarse que estamos ejerciendo una buena mayordomía, guardando y manteniendo el sueño en el cual ya estamos. Para ello hemos contestado dos de tres preguntas que nos planteamos: ¿De dónde viene el poder? y ¿A quién viene el poder? Continuemos, entonces, con el desarrollo de la tercera pregunta: ¿Por qué viene el poder?

- Por qué viene el Poder.
La razón por la cual nos ha sido dado el poder, en Cristo Jesús, es para hacer el bien, manifestando el amor de Dios: liberando, sanando y restaurando personas; tal como lo hizo Jesús al ser ungido por el Padre con el poder del Espíritu Santo (Hechos 10:38). Deuteronomio 8: 17-18, nos recuerda los principios de Dios para el actuar correcto para con Él y para con los hombres, a fin de confirmar el Pacto Abrahámico de ser bendecidos para ser una bendición a todas las familias de la tierra. El corazón de Dios está para ayudar y servir a las personas, de acuerdo con lo que vemos en los capítulos 12, 15 y 17 de Génesis. Pablo, a través de una visión y guiado por el Espíritu Santo, acudió al llamado de un hombre en Macedonia, quien le decía: “Ven y ayúdanos” (Hechos 16:9).
Atesoramos buen fundamento para el futuro no siendo altivos, sino una bendición para otros: ricos en buenas obras, dadivosos y generosos (1 Timoteo 6: 17-19). De ahí que la Palabra de Dios ponga a prueba nuestra fe y nuestro correcto actuar para aprender a ser buenos administradores en todas las áreas de nuestra vida; pues, como ya lo dijimos: aunque en posición somos hijos de Dios, en servicio: mayordomos. Y Dios quiere que usemos bien el poder, conforme a su Palabra escrita y a la guianza del Espíritu Santo.
José después de pasar diversas pruebas, y estando ya en el sueño de Dios, es puesto en autoridad y poder sobre toda la tierra de Egipto. Aquí podemos ver la razón del sueño dado por Dios: alcanzar y apacentar personas hambrientas, no solo de Egipto sino de otras naciones. Bajo el Nuevo Pacto, alcanzamos y apacentamos a otros con el Pan de vida, la Palabra de Dios.
Dios nos da personas, iglesias y ministerios para que la gente pueda conocer a Jesús, el Pan de Vida, y salir de la escasez espiritual; para que puedan dejar de ser pobres en espíritu y llegar a ser ricos en el Espíritu, en Dios y en sus cosas. Si el sueño de Dios terminara con bendecirnos solamente a nosotros, no sería el sueño ni el destino de Él sino el nuestro. El sueño de Dios está en bendecir personas a través de la Gran Comisión.
Hablando de la Gran Comisión, Dios espera de nosotros una buena mayordomía en cuanto a nuestras finanzas, pues diezmos y ofrendas ayudan para que la iglesia funcione porque aunque el Evangelio es gratis, toma finanzas para predicarlo. Ampliaremos este tema en el siguiente artículo.