El pequeño pueblo de Santa Olga, en Chile, sufrió un devastador incendio forestal que terminó arrasando la mayoría de sus casa y estructuras. El pueblo de 5 mil habitantes pudieron ser desplazados efectivamente. A pesar de la desgracia por la pérdida total de las viviendas, un templo de la Iglesia Evangélica Pentecostal permaneció a salvo, debido a su favorable emplazamiento detrás de una quebrada y a que los focos principales de las llamas se presentaron al otro extremo del lugar. Aun así, el pastor de la iglesia hizo un llamamiento para que las personas puedan colaborar con donaciones y elementos vitales para el auxilio de varias iglesias que lamentablemente padecieron el siniestro del incendio y para la atención de las necesidades de las personas perjudicadas por la catástrofe natural